10 Lecciones del autogolpe del 5 de abril

Respuesta de Grok, la IA de X (ex Twitter) a la pregunta de qué lecciones aprendimos con el autogolpe de Alberto fujimori.

Mañana, 5 de abril de 2025, se cumplen 33 años del autogolpe de Alberto Fujimori en 1992, un evento que marcó el inicio de un período autoritario en Perú, caracterizado por la disolución del Congreso, la intervención del Poder Judicial y la suspensión de la Constitución. Este acto, conocido como el «Fujimorazo», dio paso a una década de gobierno que, aunque tuvo logros como la estabilización económica y la captura del líder de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, también estuvo marcada por graves violaciones a los derechos humanos, corrupción y el desmantelamiento de las instituciones democráticas. Reflexionar sobre este período es crucial para evitar que se repitan errores similares. A continuación, presento una lista de lecciones clave que se deben recordar, basada en un análisis crítico de los eventos y sus consecuencias:

  1. Proteger la separación de poderes: Fujimori justificó el autogolpe alegando que el Congreso y el Poder Judicial obstruían su capacidad para enfrentar la crisis económica y el terrorismo. Sin embargo, disolver estos poderes no resolvió los problemas estructurales y, en cambio, concentró el poder en el Ejecutivo, eliminando los contrapesos necesarios para una democracia saludable. Es fundamental mantener la independencia de las instituciones para evitar que un líder abuse de su autoridad.
  2. No sacrificar derechos humanos por «seguridad»: Durante el régimen de Fujimori, se implementaron medidas drásticas contra Sendero Luminoso y el MRTA, como el uso del escuadrón de la muerte Grupo Colina, responsable de masacres como las de Barrios Altos (1991) y La Cantuta (1992). Estas acciones, junto con esterilizaciones forzadas a más de 270,000 personas, principalmente mujeres indígenas, muestran cómo la narrativa de «seguridad nacional» puede usarse para justificar atrocidades. La seguridad no debe lograrse a costa de los derechos fundamentales.
  3. Fortalecer la vigilancia ciudadana y la prensa libre: Fujimori controló medios de comunicación mediante sobornos y presiones, como se evidenció con los «vladivideos» que mostraban a su asesor Vladimiro Montesinos comprando lealtades. Una prensa libre y una ciudadanía activa son esenciales para fiscalizar al poder y prevenir abusos. La censura y la manipulación mediática durante su gobierno silenciaron voces críticas, permitiendo que los excesos continuaran sin control.
  4. Evitar la glorificación de líderes autoritarios: A pesar de sus crímenes, Fujimori mantuvo apoyo popular por su manejo de la economía y el terrorismo. Encuestas de la época, como una de Apoyo en 1992, mostraron que un 71% aprobaba la disolución del Congreso. Esto refleja cómo las crisis pueden llevar a la población a tolerar el autoritarismo si se percibe como una solución rápida. Es crucial educar sobre las consecuencias a largo plazo de estas decisiones y no idealizar a líderes que socavan la democracia.
  5. Garantizar elecciones transparentes y respetar los límites de mandato: Fujimori manipuló el sistema electoral para mantenerse en el poder, logrando una tercera reelección inconstitucional en 2000, lo que desató protestas masivas como la Marcha de los Cuatro Suyos. La comunidad internacional y la oposición denunciaron irregularidades. Respetar los procesos democráticos y los límites constitucionales es esencial para evitar la perpetuación de un régimen autoritario.
  6. No permitir amnistías que perpetúen la impunidad: En 1995, Fujimori promulgó una ley de amnistía que protegió a militares y policías de ser juzgados por violaciones a los derechos humanos entre 1980 y 1995. Esto retrasó la justicia para las víctimas de masacres y otros abusos. La impunidad fomenta la repetición de crímenes, por lo que es vital asegurar que los responsables enfrenten consecuencias, como finalmente ocurrió con la condena de Fujimori en 2009 por crímenes de lesa humanidad.
  7. Cuidar las relaciones internacionales y la cooperación democrática: El autogolpe fue condenado por la comunidad internacional, con países como Venezuela rompiendo relaciones diplomáticas y otros, como Estados Unidos, suspendiendo ayuda no humanitaria. La Organización de Estados Americanos (OEA) exigió el restablecimiento del orden democrático. Aislarse internacionalmente por acciones antidemocráticas puede agravar las crisis internas; la cooperación global debe usarse para presionar a favor de la democracia, no para tolerar dictaduras.
  8. Reconocer y reparar a las víctimas de abusos: El régimen de Fujimori dejó miles de víctimas, desde los asesinados en masacres hasta las mujeres esterilizadas forzosamente. Aunque Fujimori fue condenado y se ordenaron reparaciones económicas, muchas víctimas aún esperan justicia plena. Escuchar sus testimonios, como el de Carolina Huamán Oyague sobre su hermana asesinada en La Cantuta, es un recordatorio de la necesidad de priorizar la verdad y la reparación.
  9. Evitar la polarización y el culto a la personalidad: El fujimorismo, como ideología y movimiento político, creó una división profunda en Perú que persiste hasta hoy, con seguidores que lo ven como un salvador y detractores que lo consideran un dictador. Este culto a la personalidad, ahora liderado por su hija Keiko Fujimori, ha polarizado la política peruana, dificultando el diálogo. Es importante fomentar un debate político basado en ideas, no en figuras.
  10. Aprender de la historia para construir instituciones resilientes: El autogolpe ocurrió en un contexto de crisis económica, hiperinflación y violencia terrorista, lo que facilitó que Fujimori justificara sus acciones. Sin embargo, las instituciones democráticas eran frágiles tras años de inestabilidad. Fortalecerlas mediante educación cívica, transparencia y participación ciudadana es clave para que no colapsen ante futuras crisis.

El legado de Fujimori es un recordatorio de que las soluciones autoritarias, aunque puedan parecer efectivas a corto plazo, tienen costos devastadores a largo plazo. La democracia, con todas sus imperfecciones, es el único camino sostenible para garantizar justicia, libertad y desarrollo. Reflexionar sobre estos errores no solo honra a las víctimas, sino que también protege el futuro de Perú y de cualquier nación que enfrente tentaciones autoritarias.


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